Hace algún tiempo, desde mediados de los 90, pueden verse las hordas de rosados turistas occidentales recorriendo las calles y las playas de la nación cubana. Generalmente felices, transitan los barrios, los monumentos y los centros turísticos, lo cual ha devenido en folklore natural para el paisaje isleño.
La inmensa mayoría disfruta el sol, las playas, el ron, las mujeres y el tabaco. Todos rubros de explotación y exportación nacional. Pero una escueta minoría tiende a volcarse a la cubanología, es decir, la descripción y el entendimiento minucioso de una realidad difícilmente perceptible por quien no la vive en su tediosa dinámica cotidiana.
Dos videos en la red han motivado esta reflexión. Los youtubers norteamericanos Zach y Tim, quienes visitaron la isla, intercambiaron con el influencer cubano Pedrito el Paketero. En un video life para ADN Cuba, parecieran usar el humor y la dejadez de una visión simplista para describir a Cuba y compararla con el mundo, fundamentalmente el mundo capitalista.
La primera impresión que dejan los youtubers es su ferviente anticonsumismo, o como sinónimo elemental, su anticapitalismo. Sus observaciones amparadas en cinco días de visita en Cuba son toda una alabanza, al mejor estilo narrativo del gobierno cubano. “No hay personas durmiendo en la calle” y “no hay la miseria que existe en otras partes de América Latina”.
Para estos chicos rozagantes, prácticamente nadie pide dinero en Cuba a turistas, sino que los cubanos ofrecen sus servicios a cambio de dinero. Ellos se sintieron muy seguros caminando con su celular en mano. Ante la pregunta sobre que les faltó por hacer en su visita, aseguran que no conocieron las playas… pobres chicos. Para impugnar un conocimiento más profundo, aseguran no haberse quedado en un hotel, sino en un departamento, que seguramente ostentaba en su publicidad buena cama, aire frío y agua caliente.
El segundo suceso meritorio de mención viene justamente desde las filas comunistas de la nueva España, la politóloga Arantxa Tirado, también en un video en internet, se paseaba por un mercado cubano asegurando que todo aquello que se decía en la propaganda capitalista sobre la alimentación en Cuba es falso, que, con unos pocos 30 euros, puedes comer, desayunar, almorzar y merendar.
Aseguraba que en la isla nadie había comido perros y gatos, desconociendo el triste y largo episodio llamado “periodo especial”. Posaba su rostro en la Habana, con un fondo donde se divisaban tarimas mayormente con plátanos machos. Esta señora, que se precia y se describe como hija orgullosa de la clase obrera, es más roja que la bandera de la extinta URSS. Tiene al parecer la costumbre de negar las crisis en cualquier paraíso comunista que la padezca.
El mismo tipo de video lo realizó sobre Venezuela, negando una crisis que ha sido reconocida por Naciones Unidas y denunciada por cada una de las naciones del hemisferio americano y de Europa occidental, y testimoniada por millones de venezolanos que han salido al exilio, creando en la región la mayor crisis de refugiados de la historia del continente.
La politóloga peca por su militancia. Su ceguera intencionada es justificada por el sesgo ideológico que la caracteriza, sus argumentos son respaldados por un afán partidista de solidaridad inter comunista.
Más allá de la postura intencionada de algún caso particular como el de la señora Tirado, o de la ignorancia rampante sobre la realidad y el sentir popular mostrados por los youtubers americanos, existe una narrativa lamentable que está totalmente en sintonía con el discurso oficialista de la Plaza de la Revolución.
Obvian absolutamente todos los detalles que más desesperan en la isla.
Es una falsedad monstruosa que una persona pueda vivir decentemente en Cuba con 30 euros al mes, que, por cierto, superan el salario medio cubano. Es un cálculo simplista y mal intencionado sobre el valor del costo de la vida que pretende soslayar todas las necesidades básicas de una persona común: vestido y calzado, higiene, impuestos propios por servicios, transporte, intercambio social recreativo, vacaciones, etc.
Olvidan los alabarderos del marxismo el memorable discurso de Raúl Castro en 2007 donde prometía un vaso de leche para cada niño cubano (promesa no cumplida). Obvian completamente la constante huida migratoria a que está sometido el pueblo de la nación cubana, y de paso de la nación venezolana.
Soslayan también por completo que en un país supuestamente comunista existen clases sociales minoritarias cubiertas por la pertenencia a la nomenclatura comunista, donde los vástagos ostentan su corrupción y sus lujos en las redes sociales como si tuvieran el derecho legítimo a vivir en esa realidad de esplendores en nombre de la revolución.
No quieren aceptar que, en la isla, en los últimos 30 años, se ha trasformado el modelo económico para beneficio de turistas gozadores e inversores, donde los servicios todos se han volcado a sonreír al extranjero y despreciar al nacional. Pretenden no entender “que no solo de pan vive el hombre” y que las necesidades del cubano van mucho más allá de unos plátanos y unos panqueques. Esto es verdaderamente ofensivo.
No miran los servicios médicos y el triste estado en que se encuentran, no avistan el lamentable quebranto en que se halla el sistema educativo nacional.
No gustan de analizar, aún desde su pedestal académico intelectual, la crisis demográfica que vive la nación y el efecto devastador que esto tendrá para el futuro. Pero tampoco vieron a miles de ancianos recolectando latas de aluminio en los basureros para sobrevivir, tampoco saben que los mendigos que “recogen” no van a albergues, sino que son internados en hospitales para trastornos mentales con condiciones paupérrimas. Tanto así, que en alguna ocasión en un solo día murieron de frío casi 30 de estas personas en el hospital siquiátrico.
No vieron o no quisieron mencionar la triste prostitución (llamada jineterismo, pues se enfoca al extranjero) que caracteriza a la isla desde hace casi 30 años. Y claro, ninguna mención a la lamentable política exterior del régimen, arrimada a los sistemas más tiránicos y despóticos de la tierra.
Olvidan a sabiendas que Naciones Unidas clasifica un ingreso inferior a dos dólares diarios como el umbral de la pobreza. Y que la pobreza está considerada un problema de derechos humanos por esta misma organización.
Pero entre todos los mil problemas materiales que puede tener una nación, casi todos los turistas o inversores felices que transitan por el suelo cubano evitan aludir a la Libertad y los Derechos Humanos, que, según la carta de Naciones Unidas, pertenecen de forma inalienable a todos los miembros de la colectividad humana.
En la isla de Cuba no existen las libertades fundamentales. Esto es un hecho incontestable. No hay libertad de expresión, no hay libertad de asociación, no hay libertad económica. Las libertades de movimiento, la religiosa y los derechos sociales y culturales están todos en franca ausencia. Y sin estas libertades fundamentales, ningún país prospera y se desarrolla.
Debo suponer las respuestas que darían este tipo de personas a mi argumentación. La politóloga Tirado no tuvo pudor en mencionarlo como justificante de cualquier quebranto cubano: El bloqueo imperialista de más de 60 años.
El embargo económico fue impuesto por el decomiso de propiedades e inversiones no reembolsadas, por haber traído misiles atómicos y amenazar al continente y al mundo con una guerra termonuclear, por una política exterior agresiva y desestabilizadora para varias regiones del planeta, donde en aras de golpear al enemigo imperialista se realizan intervenciones y se buscan alianzas con los gobiernos más oscuros y despóticos que la modernidad haya conocido.
También persiste, en palabras de la administración actual de la Casa Blanca, por la violación flagrante de los Derechos Humanos fundamentales al pueblo cubano.
Cuba vive en penuria material constante por la torpe estrategia política y económica del gobierno de controlar las fuerzas productivas de la sociedad, así como la propiedad y cualquier flujo de capitales; por la corrupción rampante que padece desde las filas mismas de los integrantes de la burocracia y el poder; por el nepotismo autoritario, el oportunismo y la hipocresía que ha impuesto el estado socialista como norma para sobrevivir.
Cuba vive en la pobreza por haber acogido una ideología extraña y foránea para realizar un experimento social caótico y devastador. Esta es la causa primera y última. Lo demás es coyuntura.
Aunque quedan miles de estos personeros por el mundo, parcializados a un credo ideológico o ignorantes rampantes, mirando con nostalgia lo que creen un baluarte anticonsumista que se debe preservar… los hombres y mujeres de Cuba, los de adentro que resisten maniatados, y los exiliados que alzan sus voces de denuncia cada día más, muestran una clara y definitiva inconformidad con un sistema que va en contra de la naturaleza orgánica del género humano.
Los tiempos han cambiado, las nuevas generaciones hablan de rebelión.
El futuro, aunque incierto, proyecta un viable porvenir de libertad y prosperidad. En ese día, la mentira y la ignorancia de algunos será desplazada para siempre, y las cosas serán llamadas y entendidas por su nombre. Y trabajaremos para que se conozca la verdad … “y la verdad nos hará libres” a todos.