“Batalla de ideas” es el nombre que Fidel Castro dio a su estrategia de ventas. Pudo haberla llamado “"Flogar” o “El Encanto” sin modificar esencialmente sus objetivos.
A pesar de la pretendida oposición al sistema capitalista, la Revolución Cubana supo venderse en el mercado de memes, valiéndose de las estrategias tradicionales de adquisición compulsiva. No hay que engañarse: lo que se ofertaba era la línea de productos de Castro & Castro bajo diversas denominaciones ideológicas: “pueblo”, “patria”, “hombre nuevo”, etc.
Si nos resulta difícil entender por qué los liberales europeos y latinoamericanos continúan “apoyando” la Revolución Cubana, es porque seguimos pensando en categorías anticuadas que impiden concebir a los mal llamados “simpatizantes” como simples “consumidores”.
“Revolución”, “Che” y “bloqueo” son mercancías sofisticadas con una larguísima vida de anaquel, no muy distintas de Opium, Obsession y Red Bull. Como productos espectaculares manejados por estrategas de mercadotecnia, ejercen una influencia irresistible en la sociedad de consumo.
“Revolución” es el más acabado de los productos capitalistas, y el “revolucionario” es el definitivo meme de la industria del espectáculo. “Revolución” y “revolucionario” son fabricaciones, constructos, o lo que el marxismo clásico llama fetiches.
La atracción universal que ejerce una dictadura decrépita entre los consumidores de diversas generaciones y regiones geográficas se debe, en gran parte, a que el exilio cubano ha sido un pésimo vendedor de narrativas. El exilio, no el castrismo, ignoró las estrategias capitalistas para la implementación de su franquicia política.
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Todo eso ha cambiado en cuestión de meses. Las nuevas generaciones, que entienden correctamente los dispositivos de autopromoción, sacaron al exilio de la oscuridad pre mercantil, dándole una nueva oportunidad de vida. En el último año, el exilio cubano fue relanzado y remezclado. Hace solo una semana adquirió una nueva banda sonora.
La canción Patria y Vida representa un peligro para el viejo sistema comercial de la dictadura. El súper éxito de Yotuel Romero, Gente de Zona, Descemer Bueno, Maykel Osorbo y El Funky envía un mensaje claro al cliente de ideales chatarra: ya no está de moda consumir los productos culturales del castrismo.
El reguetón es la alternativa moderna. Los nuevos trovadores son “artivistas” y vienen en son de paz, en nombre de la vida y no de la muerte, a pecho descubierto y pintarrajeado, moviendo las caderas, rebosantes de juventud y belleza. Son los autoproclamados “reyes del reparto”.
Lo que se reparte son los nuevos valores. Dos marcas registradas o entidades comerciales en pugna compiten por la primacía del mercado cubano de ideas. Quienes adoptaron una posición ambigua respecto a la dinámica social, aquellos que hace poco declaraban “no entender de política”, ya no necesitan de los mecanismos de promoción de la dictadura, y han decidido cambiar de mánager. Hoy prima la autogestión.
La ampliación del acceso a los medios o redes sociales en Cuba provocó un giro completo en el posicionamiento de los reguetoneros y otras estrellas del espectáculo. La “Revolución Cubana” deja de ser la intermediaria entre los productos culturales y el consumidor de cubanerías. Ya no es más la promotora de éxitos y certificadora de prestigio: Chocolate MC es el nuevo Ministro de Cultura en exilio.
Hoy el público de la isla interviene directamente en los sondeos de preferencias y las encuestas de opinión. Basta una directa para destruir la reputación de quienes hasta hace poco difamaban impunemente a los artistas contestatarios. Las defenestraciones y las purgas se realizan sin la anuencia del Partido Comunista. Se demanda el impeachment de los cabecillas. Las cabezas de los funcionarios ruedan en la recién rebautizada Plaza de la Libertad. Yolanda ha muerto y los nombres de Cuba son Omara, Anamely, Katherine y Tania.
La disidencia seduce a los consumidores de contenido, por lo que la dictadura se ha apresurado a monetizar el impacto económico de la nueva crisis política: ha abierto casas de moda, bares, restaurantes y galerías de arte en el mismo barrio que la competencia puso caliente. San Isidro Inc. es el mayor triunfo comercial de la oposición. La marca 27N conquistó el mercado.
"Patria y Vida" es el resultado palpable de un cambio de paradigmas que afecta la relación de las fuerzas productivas. “De cada cual, según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”, es el subtexto de un exitazo que ha tomado por sorpresa al electroproletariado cubano.
Ilustración de portada: Armando Tejuca, exclusiva para ADN Cuba